miércoles, 27 de marzo de 2013

Cuando la húmedad empieza a pesar

No. No estamos hechos para tanta lluvia. Si nos descuidamos se nos esponjan los huesos y se humedecen los entresijos del corazón. Demasiada humedad nos vuelve frágiles y nos entumece el alma hasta dejar en nosotros un leve poso de tristeza. Y no nos queda otro remedio que esperar un poco de sol que nos seque la sonrisa.


Pero a veces, cuando lleva demasiado tiempo lloviendo, es necesario salir fuera de nosotros mismos durante un instante y sentir esa lluvia helada, poniéndonos la carne de gallina, cerrando herméticamente cada uno de nuestros poros. Redimiendo nuestros pecados.

Para poder sentirnos vivos, hacer acopio de fuerzas, y retomar al camino. 

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*Hay momentos en la vida en los que la necesidad de escribir se vuelve dolorosa. En los que quisiéramos vaciarnos y dejar salir muchas cosas que llevamos dentro y que nos pesan demasiado. Sin embargo las palabras nos rehuyen una y otra vez, como en una suerte de macabro escondite, condenándonos al silencio. Y no hay más que inmensos espacios en blanco, llenos de significado. Y es cuando nos refugiamos en nuestra música, aunque en ocasiones también estemos demasiado cansados para ello.

Porque, aunque no nos guste, debemos asimilar que existen días para sentarse a ver como llueve.

Y nada más.

"No se puede encontrar la Paz evitando la Vida." (V. Woolf)

1 comentario:

  1. Cuánta verdad!! Resulta cómico pensar, que yo intento caminar en días de lluvia, cuando sé que me voy a empapar de lluvia, cuando creo que todavía no estoy lo suficientemente preparada... y aquí estoy, chapoteando en cada charco, recordando lo viva que estoy a pesar de lo mucho que llueva!
    Con la música... ay! la música... ahí ya me siento más perdida...
    Bonitas palabras para un día nublado y gris. Gracias cien mil veces por todo el cariño!

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